¿Qué pasa cuando sientes que no puedes más?

Meda seguía sin noticias. De nada. Narcissa la seguía a donde valla y no podía escapar ya de sus preguntas y averiguaciones. A veces desearía no pertenecer a esa familia.

Con poco disimulo ella pasó el retrato que conducía a las cocinas y desapareció tras él. Quizás los elfos sabrían informarle como hacer esa poción.

Ted ya estaba allí, aburrido y sin saber qué hacer. En una punta de una de las mesas, se podía observar perfectamente muchísima comida al rededor de un morocho con una sonrisa simpática en su rostro. Los elfos, casi siempre, exageraban las peticiones.

- Buenos días Sadoth.. - saluda al pequeño elfo de su familia con una sonrisa leve, era la única que los trataba amablemente. Si su madre estaría allí ya hubiera pegado el grito en el cielo.

Le acaricia la cabeza mientras el elfo la saluda invitandola a una rica merienda allí, niega con la cabeza, lo último que quiere es comer.

Escucha una voz femenina y deja de masticar aquel brownie. Mierda, lo habían cachado. Se levanta rápidamente, pero sus nervios y su torpeza constante no son una linda pareja, por lo que se tropieza con la silla y cae al suelo.

Algo le hace saltar para atras, un maldito ruido. Realmente esa era la semana de los sobresaltos.

- Estás bien? - pregunta al chico mientras vá hacia él para ayudarlo.

Estaba listo para levantarse y correr, apoyado en sus antebrazos, cuando ve que la mujer que le había hablado era una alumna.
Tranquilo ahora, se deja caer en el suelo y comienza a reír, sintiéndose paranoico y tonto.
-Sí, no te preocupes- le dice, ya calmado, con una sonrisa en su rostro y ahora sí, listo para levantarse.

Alza una ceja al ver que se ríe. ¿Le estaba tomando el pelo? Andrómeda se puuso d e pie nuevamente, mirandolo allí riendo sin parar.

La mesa estaba puesta, llena a revosar de comida.

Se levanta, sacudiéndose su túnica y ve su expresión.
-No me rio de ti. Pensé que eras una profesora- se disculpa, levantando la silla.

- No creo ser profesora jamás.. - le dice tranquila mientras se sienta en la mesa balanceando sus piernas, la pequeña de las Black le regala una sonrisa.

- Soy Meda.. - se presenta levantando su mano para saludarlo con un apretón.

-Un gusto, soy Ted. Teddy, si quieres- estrecha su mano con suavidad, totalmente caballero. Los elfos, al ver el desorden que había dejado Tedd en el piso, ya lo estaban limpiando y taían más comida.

- Como el osito, me gusta Teddy.. - sonrríe niña mirando de reojo lo que los elfos hacían. - Creo que es suficiente, pueden ir a descansar.. - les dice cálida mirandolos.

Vuelve hacia el chico, jamás lo había visto por el colegio.

Asiente con la cabeza cuando se refiere a lo del oso. No era la primera vez que lo escuchaba, pero le daba igual mientras que no lo gastaran con bromas pesadas.

-¿Cuántos años tienes?- pregunta, sentándose y viendo como los elfos se retiraban.

- Quince, para dieciseis.. - contesta distraída, y con un gran problema de pantalones si se lo preguntaban, mira la tableta de chocolate con ansias. No era muy amiga de los dulces pero esa noche lo necesitaba. La tomó y mordió una punta. - Tu has hecho que te preparen todo esto? - le pregunta, sin intenciones de regaño, pero le molestaba de sobremanera la gente que explotaba a los pobres elfos domésticos.

Niega con la cabeza rotundamente. -Solamente dije que tenía hambre... Y ya sabes como son ellos- se encoge de hombros, sincero. Siempre exageraban por sobremanera con las comidas.

Ella no debería estar en Slytherin y se arrepentía de sonremanera haberselo pedido tan fervientemente al sombrero al entrar. Se encoje de hombros saboreando el rico chocolate.

A Ted no le incomodaba el silencio, pero sentía que tenía que entablar una conversación con la muchacha.
-¿Tienes un elfo? Porque te escuché saludar a alguien- recuerda, sintiéndose estúpido al preguntar aquello.

- Realmente no es mío, era de la familia, pero lo despidieron cuando se hizo viejo y lo regalaron al colegio.. - le cuneta con esa frescura suya, propia de la parlanchina Balck.

-Aaah...- susurra, asintiendo con la cabeza, pensando. -Nunca tuve uno- no sabe a qué viene eso, pero lo comenta. Le sonrie.

Le sonría suavemente - Hufflepuff verdad? - le pregunta solo para sacar otro tema, no quiere artar con el tema de los cuidados para elfos domésticos.

-Así es...- era un lindo tejón. -¿Gryffindor?- pregunta, con dudas.

Ojalá. Suspira negando, dejando que adivine, le enseña sus pantuflas verdes musgo con el escudo de su familia impreso allí, un regalo.

-Black... Asi que... Slytherin- Ted había leído de su familia muchas veces. Era una de las familias enteramente puras que quedaba en el mundo mágico.

- Así es, solo mi primo está en Gryffindor, el muy bastardo.. - bromea, solo bromea, ama como a ninguno de sus primos al cabrón de Sirius.

Ríe suavemente, negando con la cabeza. -El sombrero solamente te coloca en la casa que tu quieres pertenecer- le recuerda, y se ve que ella así lo había querido.

Asi era, y asi debía ser. Como toda Black ella era orgullosa, pero como ningún Black no lo era de su familia, solo de ella misma. Arrogante, egoísta solo conl as personas que le caían mal.

- Siempre será así.. - contesta con soltura y naturalidad, jugando con los dobles de su camisón.